Hay muchos factores que determinan el éxito que una marca alcanzará a lo largo de toda su trayectoria. Sin embargo, existe uno que es el primero y más importante de ellos: el nombre.
Escoger un buen nombre para una marca lo es (casi) todo. De él dependerá en gran medida que los productos obtengan los resultados deseados o que se queden en el olvido. Elegir un nombre atractivo y poderoso no es nada fácil. De hecho, debe ser el resultado de un análisis importante acerca de cada una de las cosas que pretende hacer la marca, además de una filosofía que la diferencie de todo lo que está presente en el mercado.
Pero, ¿cómo lograrlo? A continuación, proponemos cinco puntos que deben tenerse en cuenta cuando comience el proceso de desarrollo de “naming”:
1. Pronunciación: la cualidad de ser sencillo y fácil de pronunciar hará que la gente mencione el nombre sin ningún problema. Se debe articular bien silábicamente. Mejor olvidarse de palabras rebuscadas y/o complicadas.
2. Personalidad de marca: el nombre debe tener relación total con lo que se vende. Base y esencia, con el objetivo de que se genere un apelativo global que refleje cada una de las ideas que se tienen.
3. Sonido y musicalidad: lo agradable o desagradable que puede llegar a ser para los oídos de las personas. Hay que realizar pruebas para determinar qué sensación trae escuchar el nombre seleccionado y con qué se relaciona.
4. Unión con elementos secundarios: debe complementarse con otros elementos como el logo o el slogan. Un nombre que inspire a tener un logo al lado que lo sostenga y le genere mayor fuerza, gracias a la asociación entre ambos.
5. Alerta con la modernidad: hay que realizar un verdadero análisis en profundidad cuando la marca esté relacionada con la innovación tecnológica y los desarrollos de la actualidad, para que el nombre no se quede rezagado con la velocidad constante que se genera. Se pueden realizar estudios paulatinamente para conocer la vigencia y vitalidad que va experimentando la marca con el paso del tiempo.