Constantemente surgen nuevas empresas que hacen que el sector donde uno trabaja resulte más y más competitivo. Por ello, la diferenciación con cada una de ellas es también un obstáculo y a la vez una oportunidad, algo que condiciona la toma de decisiones sobre el cliente o consumidor. En consecuencia, los negocios aplican cambios para posicionarse de forma clara y visible en su mente. En un contexto global favorable a la concienciación entorno a la ecología y el respeto al medio ambiente, uno de ellos que crece con fuerza es el Green Marketing.
Cada vez que surge una nueva empresa, un nuevo competidor en el mercado, se pone en juego la diferenciación empresarial. Algo que, aunque pueda parecer difuso para el cliente, afecta directamente a su percepción, y en conclusión en cómo toma la decisión de compra de un producto o servicio.
Por ello, muchas empresas optan por introducir cambios y mejoras en su identidad o el diseño y comercialización de su oferta con el fin de conseguir una mejor percepción de marca. Este recurso siempre debe ir en línea con sus valores y convicciones empresariales, pero también teniendo en cuenta las tendencias del mercado al que se dirigen. En este sentido, la responsabilidad social con el medio ambiente es un terreno en el que se están empezando a dar pasos muy importantes para cambiar los procesos de trabajo en beneficio de nuestro entorno.
Afortunadamente, en la actualidad un buen número de compañías deciden ser ecológicamente más responsables cuidando de su entorno y/o corrigiendo los efectos que su actividad empresarial genera para ganar mayor aceptación en el mercado. Esta estrategia se conoce con varios nombres como Marketing verde, Marketing ecológico o Green Marketing y se basa en minimizar los efectos negativos de su actividad y propiciar cambios positivos en el medio ambiente.
La introducción de esta nueva actitud viene dada habitualmente por políticas internas de la empresa y por estudios realizados que demuestran que la comunidad a la que se dirige cuenta con una mayor sensibilidad hacia el entorno. Algo que afecta directamente a su percepción sobre las marcas y a su toma de decisiones a la hora de consumir un bien.
El Green Marketing nació a principios de los años noventa como una tendencia que presionaba para conseguir un mayor control sobre los efectos que la sociedad producía sobre el medio ambiente. Con ello, muchas empresas empezaron a desarrollar productos biodegradables y a incentivar el reciclaje, hecho que a largo plazo descubrieron que les suponía un ahorro en materiales de construcción.
Desde su origen, el éxito de una campaña de green marketing se analiza a partir de estos tres factores:
– Público al que se dirige: No todos los segmentos de la población están igual de concienciados por la causa del Medio Ambiente. ¿A cuál de los nuestros públicos consumidores tiene más posibilidades de importarle más el futuro de la naturaleza? Hoy en día la respuesta a esta pregunta señala un colectivo por encima de los demás: los jóvenes de entre 20 y 30 años educados en los valores del reciclaje y la reducción en la generación de residuos.
– Calidad a parte de innovación: En el futuro nadie adquirirá un producto o servicio solo por el mero hecho de ser eco-friendly. Estos no tienen que ser necesariamente exitosos así que el reto es, precisamente, aportar calidad y eficacia a los productos y servicios que llevan consigo el valor añadido de ser respetuosos con el medio ambiente.
– La repercusión en el precio: Existe la sensación que todo lo ecológico es más caro pero en ningún caso debemos permitir que el público perciba la revolución “verde” que estamos viviendo como una estrategia recaptadora.
Por nuestra parte, en MRW seguimos avanzando hacia la máxima sensibilización ambiental con medidas como la ampliación de vehículos “verdes” a nuestra flota a partir de la incorporación de vehículos no contaminantes y que utilicen las energías renovables, como las furgonetas de GNC, o la aplicación de criterios ambientales en la selección del material corporativo que consumimos en nuestras oficinas: cajas de cartón hechas con papel procedente de bosques gestionados de manera sostenible, sobres de plástico con 40% de material reciclado, bolsas de plástico 100% reciclables o el uso de folios con certificación ambiental.