Hace ya un tiempo que las impresoras en tres dimensiones empezaron a introducirse en el entorno industrial como un elemento revolucionario, que permite la construcción de cualquier tipo de objeto tras introducirle una serie de parámetros concretos. Años después de su primera introducción en las cadenas productivas de empresas de distintos sectores, se ha ido popularizando su utilización y todo apunta a que la inclusión de esta maquinaria estará en auge durante los próximos años. De hecho, hay estudios que estiman que en 2025 el mercado de la impresión 3D experimentará un crecimiento de entre 200.000 y 500.000 millones de dólares.

Principalmente, la producción de elementos mediante impresoras 3D ofrece una optimización en los tiempos de construcción y una reducción considerable de los costes de mano de obra.  Además, estas impresoras aportan la capacidad de producir una gran cantidad de objetos distintos con una única máquina, sin necesidad de obtener maquinaria especializada para cada pieza y producto. Algunos sectores que ya se están beneficiando de estas ventajas son el sanitario, en la elaboración de prótesis y estudios con órganos y tejidos; la automoción, donde algunas empresas están construyendo componentes de sus coches mediante esta maquinaria o en arquitectura, ya que la impresión 3D permite una construcción cómoda de maquetas para presentar los proyectos.

En el caso del sector logístico y el transporte de mercancías la impresión 3D también tiene aplicaciones que podrían modificar algunas rutinas de trabajo.

Primeramente, este tipo de fabricación permite la construcción bajo demanda de piezas de recambio, por lo que se elaborarían los recambios únicamente cuando fuese necesario distribuirlos. Esta medida supondría una reducción del stock disponible y consecuentemente, reducir la cantidad necesaria de superficie de almacenaje.

Las impresoras 3D también podrían propiciar un tipo de construcción en movimiento mediante el cual se podría crear un objeto en su trayecto entre origen y destino. Con este método, el cliente compraría una pieza aún no fabricada y si tenemos en cuenta la unificación del proceso de construcción y transporte, supondría una gran optimización del tiempo total entre el inicio de construcción hasta la recepción en su lugar de destino. Sin embargo, para que este método sea posible, sería necesario habilitar los camiones o furgonetas para que las impresoras 3D pudiesen trabajar en su interior.

A pesar de las ventajas y aplicaciones que aporta este modelo de fabricación, existen algunas barreras que limitan la integración de las impresoras 3D en la mayoría de las empresas, como pueden ser el tiempo de impresión de las piezas, que todavía sigue siendo bastante alto y poco productivo o el gran coste inicial que conlleva hacerse con esta maquinaria.

Aunque todo apunta a que estos hándicaps podrán solucionarse con el avance e instauración de la tecnología de impresión 3D, no parece que este modelo de fabricación llegue para sustituir los modelos de construcción convencionales a corto plazo, pero sí se posiciona como una buena solución en casos concretos.